Hablar de Semana Santa para muchos es hablar de comidas especiales. Dejando de lado la parte religiosa originaria de esta festividad, hay mucha gente que la tiene marcada en el calendario por sus platos. Pero entre todos hay uno que destaca por encima de todos, y esas son las torrijas. La primera vez que se recuerda hablar de este postre es en la época de los romanos. El gastrónomo romano Marcus Gavius Apicius ya hablaba en sus recetas del siglo I d.C. de un dulce muy similar. Pero si de verdad nos queremos acercar al plato que encontramos hoy en día en pastelerías y restaurantes, hay que ir al siglo XV. Aunque lo más sorprendente de todo es saber que no guardaba relación con la Semana Santa.

En un principio se usaban para favorecer la recuperación de las mujeres tras el postparto, en el año 1600. La receta era la misma: pan duro, huevos, azúcar y leche o vino. Entonces, ¿por qué se empezó a tomar en Semana Santa? No hay ninguna respuesta ni motivo escrito o dictado. Las teorías sitúan qué, al tener un elevado aporte calórico y ser saciante, se utilizaba para contrarrestar la abstinencia de determinados alimentos.

Jherel Córdova